La lengua de las manos, el lenguaje manual de los sordos, la lengua viso-manual,
las manos cargadas de significado...¿Cuán exactas son estas formulaciones?; ¿en qué
medida está representado el valor de los rasgos no-manuales (en adelante RNM), esos
movimientos que no se encuentran en las señas manuales cuando hablamos de la lengua
de señas?
Las lenguas de señas han sido desarrolladas biológicamente para ser comprendidas
y producidas a través de estrategias lingüísticas visuales. Esto significa que entender
estas lenguas desde el punto de vista manual es interpretarlas sólo parcialmente y en
muchos casos lleva a conclusiones equivocadas. Por otro lado, analizar estas lenguas
como compuestas por señas manuales acompañadas por señas o rasgos no-manuales
también puede resultar una lectura parcial si no se tienen en cuenta las especificidades
de este posible acompañamiento.
Así como en un momento las lenguas de señas habían sido descriptas como “noverbales”
en contraposición a las lenguas orales “verbales”, los rasgos no-manuales que
componen la lengua de señas son a menudo considerados las partes no-verbales de estas
lenguas visuales. Los términos “verbal” y “no-verbal”, haciendo referencia a la validez
lingüística de los componentes de una lengua, han sido discutidos por Baker ya en 1980.
Si los componentes no-manuales son considerados “no-verbales” quedan excluidos de
la lengua de señas, solo por utilizar otros canales de transmisión.
Las investigaciones sobre lateralización cerebral para las lenguas de señas han
enfocado también los niveles no-manuales de las señas. Para los señantes, los RNM
pueden funcionar en dos formas diferentes: lingüística y emotiva.
Ambos tipos de RNM se encuentran diferenciados cerebralmente. Los RNM que
denotan afecto están lateralizados, al igual que los transmitidos por personas parlantes,
en el hemisferio derecho del cerebro (Bellugi y Klima, 1990). Aquellos que funcionan
como marcadores lingüísticos, se encuentran en el hemisferio izquierdo.
En el discurso lingüístico en lengua de señas, es sabido que la expresión facial
juega un papel importante en la transmisión de sentimientos y mensajes emotivos y
también representa un componente lingüístico significativo (Baker, 1976, 1977, Baker y
Padden, 1978; Baker-Shenk, 1983, 1985; Liddell, 1977; Veinberg y Massone, 1992).
Debido a que la expresión facial transmite estos dos tipos de información, ha sido
comparada con la función de la entonación en las lenguas orales.
No solo los RNM sino también algunos aspectos de las señas manuales han sido
estudiados en relación con la transmisión de sentimientos y emociones. Las diferencias
en la intensidad de la seña, la duración, el tamaño y el ritmo señalan, además de
diferencias lingüísticas, diversos estados emocionales (Reilly, McIntire y Seago, 1992).
La diferencia entre estos dos tipos de funciones, -la lingüística y la emotiva-, es que los
marcadores sintácticos no-manuales comienzan y terminan junto con los constituyentes
gramaticales a los que modifican, mientras que los marcadores no-manuales que
denotan afecto no se corresponden necesariamente con los límites gramaticales (Liddell,
1977; Wilbur, 1990)
El simple hecho de que en una conversación los señantes se miren a la cara y no a
las manos (Siple, 1978) sugiere que en la cara se encuentran muchas de las pistas que
contribuyen al sentido del enunciado.
Los RNM parecen tener un papel más significativo como señales gramaticales que
como marcadores léxicos. La investigación enfocada hacia los RNM demuestra que la
intención original de Stokoe (1960) había sido correcta: la clave para entender la
estructura de una oración se encuentra en las conductas no-manuales que presentan un
rasgo constante en el uso de la lengua de señas. Su trabajo ha demostrado que estas
conductas juegan un papel decisivo en el estudio y comprensión de este tipo de lenguas
(Veinberg, 1993).
Los RNM han sido descriptos en gran cantidad de lenguas de señas del mundo. Sus
funciones fonológicas, léxicas, adverbiales, sintácticas, semánticas y discursivas deben
ser, entonces, tenidas en cuenta a la hora de diseñar ambientes lingüísticos accesibles
para los sordos....
Silvana Veinberg y Rosana Famularo
"Los rasgos no manuales en la interacción educativa"